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  • Foto del escritorAna Fontán

Discriminación de género, ¿invisible en zonas rurales?

Actualizado: 18 ene 2019

El 60% de las víctimas del machismo en 2017 pertenecían al entorno rural y tenían entre 40 y 59 años. Teniendo en cuenta que el 20% de la población vive en zonas rurales, la incidencia es hasta cuatro veces superior a la que se registra en las ciudades, según la Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural AMFAR.

Mujeres trabajando en el campo/INSTITUTO ANDALUZ DE LA MUJER

El “Proyecto de investigación sobre la percepción subjetiva de los/as castellano-manchegos/as en materia de igualdad, con especial atención al ámbito rural” cofinanciado por el Instituto de la Mujer y la Asociación TESTA, muestra que las mujeres de poblaciones de menos de 500 habitantes sufren discriminaciones laborales, físicas y despectivas más que en localidades más grandes.

Además, tan solo un tercio de las mujeres de localidades de menos de 20.000 habitantes dicen no haberse sentido discriminadas nunca por su sexo.

El informe muestra los resultados obtenidos a raíz de una investigación realizada entre julio de 2017 y junio de 2018 a un millar de ciudadanos de Castilla la Mancha, el 59,84% son mujeres, el 39,66% hombres y el 0,5% restante se califica como “otrxs” géneros, todos ellos pertenecientes a municipios menores de 20.000 habitantes, pero los de menos de 500 solo tienen un 3% de representación.

El siguiente gráfico muestra las diferentes discriminaciones en función de la densidad de población.

Discriminaciones por sexo sufridas según las personas encuestadas segregadas por el tamaño del municipio de residencia/INSTITUTO DE LA MUJER Y ASOCIACIÓN TESTA

Lola Martín, coordinadora regional de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales, FADEMUR Castilla la Mancha, asegura que hay una gran diferencia entre un pueblo de 500 habitantes y uno de 10.000, y ambos están considerados como zona rural. Así mismo, Lola afirma que “el problema está en visibilizar a los pueblos realmente pequeños, menores de 2.000 habitantes”.

Gran parte de la sociedad, especialmente hombres, desconoce o se opone a la igualdad de género. El siguiente gráfico muestra la respuesta a la pregunta: ¿considera que existe igualdad? Del mismo modo nos permite observar que la percepción es inferior por parte de los hombres.

Respuesta a la pregunta: ¿considera que existe igualdad? según el sexo/INSTITUTO DE LA MUJER Y ASOCIACIÓN TESTA


Dificultades de visibilizar la discriminación en zonas rurales

En las poblaciones pequeñas, siempre ha habido más estereotipos y roles establecidos a las mujeres, pero, ¿es más difícil visibilizar la discriminación de género en zonas rurales que en urbanas?

María Bosque, responsable de FADEMUR Aragón, asegura que sí, pues son las mujeres del mundo rural las que tienen menos conciencia de su situación.

“De lo universal nace lo particular”. Si tú ves mucha gente a tu alrededor que está pasando por lo mismo que tú, te lo empiezas a replantear, pero si en el pueblo somos poquitos, al final normalizas cosas que no tienen por qué serlo”.

Además de la poca concienciación, en las zonas rurales hay menos recursos que en las ciudades, así como un menor acceso a los servicios e instituciones. María también afirma que por otra parte surge el estigma social. “En ese sentido sí que están más visibilizadas, porque te señalan más con el dedo”. La dificultad de mantener el anonimato en un pueblo es de los factores que más les frenan a denunciar. “Tú te acercas a la Guardia Civil y saben quién eres”, afirman desde FADEMUR.


El Instituto de la Mujer reconoce diversos tipos de violencia: además del acoso, la violencia física, de género, sexual, laboral, patrimonial y económica, obstétrica, mediática, institucional y simbólica. María Bosque asegura que existen varios tipos de violencia de los que la mujer del mundo rural es objeto prioritario y la que más sufre: la psicológica y económica.


La mujer de la ciudad se emancipó e introdujo en el mundo laboral antes que la mujer rural. Por otro lado, las mujeres pertenecientes a zonas rurales han trabajado toda la vida por la familia y en pocas ocasiones han recibido un sueldo. Hoy en día esas mujeres no cuentan con una cuenta corriente a su nombre, y es por ello por lo que este tipo de discriminación les afecta más.

El siguiente gráfico muestra los ámbitos en los que se considera que hay más desigualdad


Ámbitos en los que se considera que hay más desigualdad/INSTITUTO DE LA MUJER Y ASOCIACIÓN TESTA

El Instituto Nacional de Estadística INE ofrece datos de las horas de trabajo remuneradas y no remuneradas de los hombres y las mujeres españolas, del cual obtenemos la conclusión de que de media, las mujeres trabajadoras realizan 12,5 horas más de trabajo no remunerado que los hombres trabajadores, casi dos horas más de media al día.


Violencia en las ciudades


La violencia remite a una cuestión compleja, de múltiples dimensiones y entradas analíticas. Cuando se ejerce tras los muros del mundo privado, la violencia casi siempre está dirigida hacia las mujeres; y cuando se expresa en el espacio público, sigue siendo masculina. Sin embargo, si bien la violencia en las calles afecta primordialmente a los hombres, la percepción del temor ante las violencias es mayor en las mujeres”. Ana Falú

Susana Chiarotti, en su apartado “la responsabilidad de los municipios en la prevención de la violencia contra las mujeres en las ciudades” del libro Mujeres en la ciudad. De violencias y derechos editado por Ana Falú, asegura que los tratados internacionales de derechos humanos luchan por erradicar la discriminación contra la mujer, y que también es un mandato para los gobiernos municipales, siendo la igualdad de género “obligatoria y no optativa”.


Aunque la violencia y la discriminación de género resulten más visibles en las ciudades, también son más probables por el movimiento y la cantidad de personas. Pero Los Planes y Plataformas de Acción firmados en los noventa en Naciones Unidas que imponían metas para lograr la igualdad, siguen siendo un tema menor y aislado, que no se ha incorporado debidamente a las políticas de seguridad de la población de las ciudades.

Por otro lado, las medidas sociales e instituciones de protección como refugios para mujeres agredidas, comisarías especializadas y servicios de atención a víctimas, se encuentran principalmente en las capitales de los países, sin cubrir las ciudades pequeñas, ni por supuesto, pueblos, zonas alejadas de las grandes ciudades, y mujeres de comunidades indígenas.


Zonas rurales: menos recursos, más limitaciones

En Andalucía, 2.24 millones de mujeres viven en un entorno rural.

En los pueblos hay menos información, más presión familiar, más miedo a denunciar y peor acceso a los pocos recursos disponibles para atender a las víctimas. Además, las limitaciones de un pueblo son mayores a las de una ciudad.

Si una mujer está siendo maltratada y se quiere marchar teniendo hijos a su cargo y familiares, va a encontrar más dificultades en un pueblo pequeño que en la urbe, pues cambiar de pueblo o emigrar a la ciudad supondría desestructurar un entorno que depende de ella. Mientras que en una ciudad, además de más ayudas y acceso a recursos, la mujer podría cambiar a una vivienda lejana sin incidir tanto en su entorno y sin encontrar tantas dificultades.


Cooperativas agrícolas, ¿un mundo más machista?

En un pueblo se trabaja mucho la agricultura y ganadería. Según afirma la responsable de FADEMUR en Aragón, la Política Agraria Común (PAC), ha invisibilizado un poco a la mujer, y debería facilitar que las mujeres jóvenes accedan al campo. Sin embargo, decir que es un mundo machista y que las mujeres de zonas rurales son más maltratadas, es aventurarse. Desde FADEMUR afirman que muchos agricultores han apoyado, valorado y respetado siempre a sus compañeras, y que “no hay que ver los pueblos como la prehistoria”.


Por su parte, Milva Bueno, concejala de políticas de igualdad del municipio de Monzón (Huesca) con 17.000 habitantes, opina que anteriormente, las mujeres sí que sufrían más violencia y discriminación en el ámbito rural, dado que no había tanto acceso a los recursos o a la posibilidad de conocer servicios. Pero afirma que “hoy en día tenemos todas las posibilidades, el mundo de la globalización a veces sirve para mal y a veces para bien, pero yo creo que a día de hoy ha permitido que muchas mujeres denuncien situaciones de violencia y maltrato”.

El primer paso para la no discriminación de la mujer es tener independencia económica.
Mujer trabajando en el campo/INSTITUTO ANDALUZ DE LA MUJER

Para las explotaciones agrícolas, el Gobierno de Aragón promueve actualmente la figura de la titularidad compartida, una herramienta necesaria y útil para la igualdad. El titular de una explotación pasar a poder ser dos, y cada uno de ellos tendrá el 50% de derechos y responsabilidades sobre la explotación de la tierra. El problema residía en que si una persona no es titular de una explotación, no puede formar parte de la cooperativa y es por ello por lo que las mujeres quedaban siempre fuera. Pero esta figura sustituye a las sociedades civiles o a las sociedades agrarias de transformación con una perspectiva de género.


Medidas insuficientes


Si algo está claro es que los ayuntamientos de pequeños municipios no cuentan con recursos suficientes como para acabar con la brecha entre hombres y mujeres. María Bosque afirma que “Es un problema estructural que afecta a muchas áreas. Los ayuntamientos pueden hacer cosas pero no es la institución que más puede trabajar por ello. Se tienen que centrar en unas leyes del Estado”. Por su parte, las Comunidades Autónomas también tienen que actuar. En Castilla la Mancha se ha firmado el primer Estatuto de la mujer rural, en el que se visibilizan los problemas y ventajas que tienen. “Tiene que haber más leyes enfocadas únicamente a las mujeres rurales”, afirma María.


La campaña impulsada por El Instituto de la Mujer “Sin un sí, es no” no ha sido tan bien valorada por asociaciones como FADEMUR, por no haber llegado al medio rural como a municipios más grandes que también se pueden considerar rurales, pero que no son pueblos pequeños, a pesar de implicar a un colectivo importante en cuestión de violencia de género.

Lola Martín, coordinadora de FADEMUR afirma que “Todas las campañas y todo lo que se puede sacar desde las distintas administraciones nunca llega a los pueblos pequeños. Entiendo que los recursos son limitados, pero todos estos temas son algo poco visibilizado en zonas rurales”.

Milva Bueno interviene en la concentración del 25 N en Monzón/ANA FONTÁN

Por otro lado, Milva Bueno asume que “Las instituciones tenemos esa responsabilidad de concienciación para que consigamos eliminar todas esas desigualdades que sufrimos las mujeres. Y afirma que son estas las que tienen que dar ejemplo contra la violencia de género y ponerse al frente de esta lacra.







Por su parte, FADEMUR, propuso en abril de 2017, 15 medidas para luchar contra la violencia de género en el medio rural, entre las que destacan: Promover el acceso de las mujeres rurales al mercado laboral, desarrollando itinerarios de inserción socio laboral y un Plan de Empleo para Mujeres en las Zonas Rurales; implicar a todas las administraciones para garantizar una Red en materia de violencia de género en el medio rural, activa y funcional; o devolver a los ayuntamientos menores de 20.000 habitantes las competencias que, en materia de lucha contra la violencia de género, les restó la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, y que supuso la desaparición de múltiples puntos de información.


Educar para la igualdad


Tanto asociaciones como la sociedad, exigen que se eduque para la igualdad desde los tres años para acabar con la desigualdad de género en zonas más patriarcales como son los pueblos pequeños.

Bien es cierto que los medios de comunicación son una vía importante, y que la responsabilidad también reside en las casas, pero, según indica Lola Martín, es un problema que hay que atajar desde la sociedad a través de la escuela:“Los recursos son limitados, entonces si lo abordamos hacia la gente más mayor no vamos a conseguir nada porque es un problema que está muy normalizado, es una sociedad mucho más patriarcal y los problemas son más invisibles por miedo. Hay que educar para la igualdad desde infantil, y no se está haciendo”.

También incide en la importancia de comenzar con el lenguaje inclusivo desde los tres años.

Por otro lado, el Gobierno de Castilla la Mancha intenta implementar como obligatoria la asignatura para la igualdad, y según afirma María Bosque, lo que se necesita es educar a los más pequeños, con recursos específicos, ya que “este tipo de medidas por la igualdad son positivas y deben seguir ahí, pero tiene que haber más”.


La responsable de FADEMUR en Aragón, María Bosque, insiste en dos peticiones desde la federación: que haya datos específicos de agresiones y de desigualdad de la mujer rural para poder empezar a tomar medidas; y más recursos basados en estos datos, siendo conscientes de que la discriminación de género es más invisible en el mundo rural.



 


Edición: Sara Sarrablo y Elías Achón

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